Lo dijo Clausewitz: “la paz sin derrota es claudicación.” Los aficionados a la historia habrán leído cómo, de forma simultánea, mientras los diplomáticos se reunían en salones para negociar los términos de la paz, generales y soldados se batían el cobre en el campo de batalla para poder inclinar la balanza de la negociación a su favor.
Aquí en España, hace unas semanas asistimos a la cuarta manifestación de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) desde que Zapatero es Presidente del Gobierno. Esta manifestación era una protesta contra el aspecto institucional de la política antiterrorista de nuestro actual dirigente pero sobre todo contra su contenido moral.
Desconfianza. Las víctimas y una gran parte de la sociedad española no se fían de este gobierno y mucho menos de ETA en esta aventura negociadora en la que se han embarcado. Cada vez más, temen que este presidente esté dispuesto a pagar un precio político por el fin de la violencia.
Los motivos para desconfiar de ETA son evidentes y los estamos viendo estos días en el juicio a los asesinos de Miguel Ángel Blanco: no ha renunciado a ninguno de los objetivos por los que ha asesinado a casi mil personas y no han pedido perdón a las víctimas. Las razones para desconfiar del PSOE son numerosas: su manera de comportarse tras el 11-M, la revelación de que los contactos entre PSOE y ETA-Batasuna se remontan a antes de que Zapatero llegara a la Moncloa, el relevo de Fungairiño, uno de los jueces más batalladores contra el terrorismo, que el Presidente eluda contestar al líder de la oposición si tiene o no compromisos con ETA, etc.
Recientemente la Vicepresidenta de la Vega afirmaba que en España ya no existe terrorismo. Días después varios diarios nacionales publicaban que empresarios vascos y navarros siguen sufriendo extorsión y, por tanto, amenazas por parte de la banda terrorista. La última noticia al respecto indicaba que miembros de ETA, vigilados por la policía, transportaron dinero recaudado mediante la extorsión a Francia sin ser detenidos. Gracias a la intervención de un juez valiente se arrestó a varios miembros de la organización terrorista. El Ministro del Interior respondía diciendo que esto no afectará a la negociación. Ahora nos enteramos de que este mismo juez aparta de las investigaciones al responsable de la lucha contra ETA por temor a filtraciones e injerencias. Y por si fuera poco, ha sido revelada una conversación, grabada por las fuerzas de seguridad, en la que un dirigente del PSE pedía a un recaudador de ETA que fuera benevolente con un conocido suyo.
El terrorismo es una cosa muy seria que hay que enfrentar con absoluta firmeza. No hacerlo conlleva pisotear al Estado de Derecho y a las víctimas. Y es que en la lucha contra el terror DEBE haber vencedores y vencidos y aquéllos tienen que ser los que eligen vivir en democracia y no al margen de ella. Porque aunque todos queramos la paz, esa paz no puede existir si las víctimas no encuentran el consuelo de una victoria moral y una reparación judicial.
¿Sabe este gobierno lo que es terrorismo? Si lo desconoce, difícilmente podrá combatirlo. Y si sabe lo que es, ¿cómo es posible que dirija una política antiterrorista tan titubeante y plagada de rectificaciones?
En España las víctimas de ETA han llevado siempre su pena y su desgracia con enorme dignidad confiando en que al final se haría justicia. Robarles ese derecho y esa esperanza es una canallada.
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