Es difícil recordar otro libro que haya cautivado tanto la imaginación popular como "El Código Da Vinci" de Dan Brown. Ahora, la proyección de la película dirigida por Ron Howard aumenta la atención sobre sus alegatos respecto a Jesucristo y la Iglesia Católica.
He visto la película y no me ha gustado. El director ofrece una aproximación fría y aburrida a los estrambóticos sucesos relatados en la novela. La duración es excesiva y los flashbacks históricos resultan caricaturescos. La resolución de la trama es confusa. No hay emoción ni suspense y, a pesar de las buenas interpretaciones de Jean Reno e Ian Mckellen, uno acaba preguntándose si Tom Hanks es el actor más adecuado para este papel.
No voy a detenerme en los datos históricos que refutan las tesis del libro. Me interesa la reacción de la Iglesia Católica.
Aunque la película no ha gustado en los círculos católicos, no han ardido Embajadas ni ha habido cineastas asesinados. No se han producido disturbios de ningún tipo ni ha muerto nadie. Las amenazas de muerte han brillado por su ausencia. La contundente respuesta de la Iglesia Católica ha sido desde la reflexión; firme pero dentro del diálogo con aquellos que piensan diferente. Se ha respondido con la fuerza de la razón aportando documentos, argumentos e ideas. Desde la tolerancia y la ciencia se ha defendido una postura de fe.
Todos aquellos que acusan a la Iglesia Católica de intolerante y que piden sensibilidad hacia otras creencias que no siempre lo son, deberían reflexionar sobre esto.
Pensemos por un momento cuál sería la reacción frente a una novela y película basadas en una conspiración de los judíos para dominar al mundo, similar a la falsificación fraguada por la policía secreta del zar de Rusia, en el siglo XIX, bajo el título "Protocolo de los Sabios de Sión". O imagínese un libro sobre una investigación de la religión islámica, donde el protagonista es perseguido por fanáticos islámicos por descubrir que el Corán fue una mentira y que Mahoma no fue un profeta.
Afrontémoslo, el hecho de que "El Código Da Vinci" sea históricamente incorrecto y que se trate de una andanada inflamatoria en contra del catolicismo, es lo que lo convierte en aceptable. En mi opinión ese parece ser el verdadero mensaje que nos queda. Mientras gran parte del mundo rechaza la tolerancia como virtud, se puede decir cualquier cosa contra el catolicismo y nada pasará.
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