Ryszard Kapuscinski (RK) no escribía sobre África, sino sobre algunas personas de allí, sus encuentros con ellas y el tiempo que compartían. África le parecía demasiado grande para describirla: “todo un océano, un planeta aparte, todo un cosmos heterogéneo y de una riqueza extraordinaria.” Salvo por el nombre geográfico, África no existe, solía decir. Igual debe pensar Sebastião Salgado (SS), o eso al menos se desprende de su exposición fotográfica en la Fundación BBVA.
Es imposible hablar de una sola África. Este término, por sí solo, no define a la gente del continente más poblado del mundo. Pocos conocen la inmensa pluralidad cultural de África y, probablemente nadie pueda descifrar todas las claves para comprender la deriva en la que se encuentra la mayoría de estados africanos. Un continente que es muchos continentes. Los africanos son un entrelazamiento de cuantiosos pueblos. No existe una cultura africana, sino una red multicultural en continua construcción.
RK y SS anhelan el contacto con “esa inmensa mayoría que desde que nace hasta que muere, vive (y sufre) al calor del sol.” Muestran una tierra donde el ser humano sigue a merced de un medio salvaje y hostil, cada vez más deteriorado. Por esta razón, los lazos colectivos son tan fuertes; sólo un grupo cohesionado puede enfrentar unas adversidades medioambientales que no paran de aumentar. El individualismo del que hacemos gala en Occidente, resulta impensable en África.
Este continente está hecho de tradiciones, violencia, pobreza y cataclismos. Pero también es marco de paisajes inabarcables, montañas, llanuras y desiertos habitados por animales salvajes, plantas desconocidas para nosotros y comunidades humanas que viven en otra época.
¿Cómo es posible que en un continente tan rico exista tanta miseria? ¿Por qué desde una tierra tan hermosa llegan historias tan duras?
África, embaucadora y misteriosa, aviva la curiosidad e incita a la codicia. Europa la dividió y saqueó y, al marcharse, dejó tras de sí una población sin medios e instruida para seguir su ejemplo. Ahora, las elites han instrumentalizado la violencia y convertido el desorden en una forma de vida. Los grupos dominantes no ven el acceso al poder como un servicio al Estado, sino como la apropiación de sus recursos, para repartir entre sus redes clientelares. “En todas las confrontaciones armadas, vemos que fueron los políticos quienes exacerbaron en su pueblo intereses nacionalistas. Siempre hay alguien que los organiza y lleva a la guerra. Pero la gente quiere vivir en paz, tiene muchos problemas y le falta energía para buscar esas confrontaciones.” Cita de RK.
El continente negro es hoy un lugar que suscita pesimismo. Las señales de degradación física y humana siguen acumulándose en su cotidianidad. Las vigorosas crónicas de RK y las fotografías en blanco y negro de SS, nos hacen conscientes de que África es demasiado salvaje para no sangrar, demasiado grande para poder ser descrita, pero también, demasiado humana para dejar de llorar.
Se ha abierto un nuevo siglo y, aunque el continente Sur por excelencia tenga su propia modernidad, ésta es la de la derrota, la de una lucha brutal por el poder. “En África no existe la noción de progreso, su lugar lo ocupa el durar. África es un eterno durar.” RK lo supo ver muy bien.
Es imposible hablar de una sola África. Este término, por sí solo, no define a la gente del continente más poblado del mundo. Pocos conocen la inmensa pluralidad cultural de África y, probablemente nadie pueda descifrar todas las claves para comprender la deriva en la que se encuentra la mayoría de estados africanos. Un continente que es muchos continentes. Los africanos son un entrelazamiento de cuantiosos pueblos. No existe una cultura africana, sino una red multicultural en continua construcción.
RK y SS anhelan el contacto con “esa inmensa mayoría que desde que nace hasta que muere, vive (y sufre) al calor del sol.” Muestran una tierra donde el ser humano sigue a merced de un medio salvaje y hostil, cada vez más deteriorado. Por esta razón, los lazos colectivos son tan fuertes; sólo un grupo cohesionado puede enfrentar unas adversidades medioambientales que no paran de aumentar. El individualismo del que hacemos gala en Occidente, resulta impensable en África.
Este continente está hecho de tradiciones, violencia, pobreza y cataclismos. Pero también es marco de paisajes inabarcables, montañas, llanuras y desiertos habitados por animales salvajes, plantas desconocidas para nosotros y comunidades humanas que viven en otra época.
¿Cómo es posible que en un continente tan rico exista tanta miseria? ¿Por qué desde una tierra tan hermosa llegan historias tan duras?
África, embaucadora y misteriosa, aviva la curiosidad e incita a la codicia. Europa la dividió y saqueó y, al marcharse, dejó tras de sí una población sin medios e instruida para seguir su ejemplo. Ahora, las elites han instrumentalizado la violencia y convertido el desorden en una forma de vida. Los grupos dominantes no ven el acceso al poder como un servicio al Estado, sino como la apropiación de sus recursos, para repartir entre sus redes clientelares. “En todas las confrontaciones armadas, vemos que fueron los políticos quienes exacerbaron en su pueblo intereses nacionalistas. Siempre hay alguien que los organiza y lleva a la guerra. Pero la gente quiere vivir en paz, tiene muchos problemas y le falta energía para buscar esas confrontaciones.” Cita de RK.
El continente negro es hoy un lugar que suscita pesimismo. Las señales de degradación física y humana siguen acumulándose en su cotidianidad. Las vigorosas crónicas de RK y las fotografías en blanco y negro de SS, nos hacen conscientes de que África es demasiado salvaje para no sangrar, demasiado grande para poder ser descrita, pero también, demasiado humana para dejar de llorar.
Se ha abierto un nuevo siglo y, aunque el continente Sur por excelencia tenga su propia modernidad, ésta es la de la derrota, la de una lucha brutal por el poder. “En África no existe la noción de progreso, su lugar lo ocupa el durar. África es un eterno durar.” RK lo supo ver muy bien.
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