viernes, 30 de enero de 2009

La peor superpotencia posible (15.12.2008)

Criticar a los EEUU es siempre moda. Este gobierno ha sido especialista, buscando no un diálogo constructivo entre aliados, sino réditos electorales de cara a los más radicales. El interés del partido y de un sólo hombre antes que el interés nacional. La “ética práctica” que practica el Presidente. Únicamente para criticar a Bush y a los neocon –de los que desconoce casi todo- ZP mostraba curiosidad internacional.
Dice Robert Kaplan que “la política exterior de una nación es la extensión de sus principios y valores.” Tras la Segunda Guerra Mundial, los EEUU liberaron y reconstruyeron a los países invadidos por el enemigo y más tarde a las potencias del Eje. La URSS ocupó pero no liberó. Para saber qué principios y valores son superiores, basta comparar la Alemania del Este con la del Oeste, pasearse por Japón o visitar cualquier país antiguamente comunista. Cinco años acabado aquel conflicto, estalló Corea. Hoy, el Sur, gracias al compromiso de los EEUU con su seguridad, es uno de los tigres asiáticos. El Norte, una plasmación demasiado perfecta del Archipiélago Gulag.
Los EEUU costean el sistema europeo de bienestar desde hace más de medio siglo. El gasto que los europeos nos negamos a realizar en Defensa, es el que permite mantener nuestras pensiones y nuestra seguridad social, ahora en crisis por el declive de nuestra demografía. El aparato militar americano nos protegió de los soviéticos y sigue garantizando nuestra seguridad. Cuando hasta Margaret Thatcher mostraba aprensión ante la reunificación alemana, fue la garantía personal de Bush padre la que le tranquilizó y permitió que el proyecto europeo, incompleto sin Alemania, culminara.
El Viejo Mundo descubrió el Nuevo, sí, pero la UE existe gracias a los EEUU.
La superpotencia representa el equilibrio global del poder. Su influencia aporta estabilidad en los lugares más duros del planeta, como la frontera indo-pakistaní. Y ahora, Afganistán e Irak. ¿Y qué otra nación podría o querría brindar la libertad de los mares para comerciar incluyendo el transporte de petróleo y gas, todo gratis?
Lo sorprendente es que habiendo tantos imperialismos (y tan nefastos) en la actualidad, el peso de las críticas europeas recaiga sobre el estadounidense. La pregunta es sencilla: ¿donde goza un ciudadano de mayor libertad? ¿en los EEUU de Bush, donde se celebran elecciones democráticas desde hace 200 años, o en la Venezuela de Hugo Chávez, que acaba de modificar la constitución para poder prolongarse en el poder? ¿en Washington D.C. o en Pekín o Moscú? ¿en Nueva York o en Teherán? ¿En San Francisco o Pyongyang? ¿En Miami o en La Habana?
Cuando la guerra de Irak, se acusó de violar la legalidad internacional a los únicos que habían acudido a NNUU para dotar de cobertura legal una de sus acciones en política exterior. Hubiera sido muy edificante ver a Putin en el Consejo de Seguridad de NNUU, buscando una resolución que autorizase la invasión de Georgia. Sin olvidar que por aquel entonces, se reveló el alto nivel de corrupción y desgobierno del programa de la ONU “Petróleo por alimentos”, un escándalo de proporciones épicas que aún no ha tocado fondo y en el que estaba involucrado el hijo del Secretario General.
Según el informe “Global Trends 2020,” realizado por el Consejo Nacional de Inteligencia de los EEUU, para ese año estaremos ante un mundo multipolar, con China, Rusia, Brasil y la India ejerciendo de contrapeso del poder norteamericano. El último libro de Robert Kagan nos recuerda que la historia demuestra que los sistemas multipolares son mucho más inestables que los unipolares o bipolares. Veremos si los valores que extiendan rusos y chinos son homologables a los occidentales que defienden los EEUU.
Una cosa es que algo vaya a ocurrir y otra muy distinta que deseemos que ocurra. Sin la influencia diplomática, el poder militar, el poder económico y la generosidad sin precedentes de los EEUU, se produciría un vacío de poder en el mundo de consecuencias devastadoras.
Y si no, al tiempo.

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